lunes, 15 de octubre de 2012

Palabras del silencio, a voces, claro.



Aún recuerdo con total claridad el día en el que me miraste de esa forma que sabes que me intimida y casi escupiste tu usual pregunta. Sabía que para ti no era fácil, por ello preferiste ser nómada de tus sentimientos. Me di cuenta de que para ti no era fácil cuando continuaste mirándome de aquella forma a propósito, porque supe que era tu modo de no caer desconsolado, irritado del mundo y sus manías.
<<<¿Por qué no sobrevivir?>> gritaste, aunque apenas se percibió un hilo de voz angustiada.
No quise disculpar tu comportamiento con tu falta de fortaleza, así que hice lo único a lo que mi cuerpo respondía sin desplomarse; te miré (no en vano, mantuve mi postura erguida). Primero a tu iris izquierdo y luego al derecho. Así sucesivamente durante largo rato. Parecías nervioso, no dejabas de tocarte las manos. Mi acción era un desesperado intento de encontrar una explicación y traerla a rastras si eso era preciso, pero la persona vestida de luz no había dejado su usual y llamativo rastro. No quería que lo encontrasen.
Ya ha pasado algún tiempo de ello, pero, donde quiera que estés, si aún te preguntas "por qué vivir en lugar de sobrevivir", seré clara y sincera; porque antes de tenerte a ti, me tenía a mí.

viernes, 12 de octubre de 2012

3,2,1...¡nuevo blog!


Imagen de Iman Maleki.


Muchos de vosotros ya me conocéis del antiguo blog "Palabras del silencio", que desde hace algún tiempo, desapareció de la red. Acabo de marcharme a Salamanca a estudiar y lo cierto es que echo mucho de menos mi blog, así que he decidido comenzar otro, a pesar de que volveré a subir la mayoría de las cosas que tenía, pues considero que es esencial en mi historia de la vida.

Para comenzar os dejo un poema de Konstandinos Kavafis (que muchos habréis leído y me estaréis llamando pesada aunque con una sonrisa, eso sí) y me trae muy buenos recuerdos, pues mi profesora de Filosofía de 1º de Bachillerato nos lo leyó el primer día de clase y esa "moraleja" me ha dado muy buenas personas y momentos.
Disfrutadlo y bienvenidos (tanto antiguos como nuevos seguidores)


Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.
C. P. Cavafis. Antología poética.
Alianza Editorial, Madrid 1999.