martes, 13 de octubre de 2015

Finges que finges

Yo pongo la mano en el fuego y casi siempre me quemo. Qué quieres que te diga, amo arder. Que yo soy puro fuego y tú sólo eres chispa, que tú eres de otro viento y de otro mar y yo, yo sólo soy de montaña. Qué quieres que te diga, adoro tener los pies sobre la tierra. Que yo soy de mochila, cuanto menos peso mejor. Y tú, tú eres de maleta, facturación completa y dos de mano. Eso sin contar el plano bajo el brazo y yo el brazo no lo pondría bajo el plano. Tú eres más de juego y yo apuesto sin estrategia. Las cartas están echadas.
Sin embargo, removíamos el café en la misma dirección, con dos golpes de cuchara secos, o quizás era leche con cacao. Y habrías pasado del sustitutivo al complementario. Y nos asustamos, pero no pudimos escondernos bajo las sábanas, eso sólo para otros juegos muy lejos de todo aquello, quizás sin ellas, son un estorbo. Y me dio miedo. Y a ti también. Y subimos, o quizás bajamos. Pero avanzamos, para arriba o para abajo, quizás hacia un lado u otro.

Y finges que finges. Y sólo evidencias que lo es evidente.