La prosperidad hace amistades, y la
adversidad las prueba.
El tiempo era nublado y frío, lo que no
impedía a muchos salir a hacer sus tareas y recados, sus citas y encuentros. No
todos iban con felicidad y alegría por las calles, algunos simplemente reflexionaba
sobre lo que es una forma de vivir, sobre como aprovechar el valioso y a la vez
limitado tiempo.
Ella era uno de ellos. Paso a paso, sin
prisa ni lugar de destino, caminaba escuchando su música, pero en realidad solo
se sumía más y más en sus pensamientos. Incoherencias que la asaltaban, dudas
sin resolver, cuestiones pasadas que no recordaba, parecía estar sumida en una
laguna de recuerdos y sensaciones. Pero lo que más pensaba era en eso, en ese
consejo que le dio su mejor amigo.
“Cada día es un regalo, y no un derecho
otorgado.”
Una simple frase que le daba mucho que
reflexionar.
“No dejes piedra sin remover, deja tus
miedos atrás.”
Otro consejo de su mejor amiga que
parecían concordar el uno con el otro. Su mente se lo decía: “Trata de tomar el
camino menos transitado.” En eso podía estar de acuerdo, no necesitaba
complejidades. Ahora que lo pensaba, quizás lo difícil no fuera continuar el
camino, sino empezarlo. El primer paso siempre era el más largo y decisivo.
Y otra pregunta que no se había planteado
hasta ahora: ¿Y si hoy fuera su último día? ¿Y si mañana fuera demasiado tarde?
¿Podría despedirse de todo tal y como era hasta ahora? ¿Viviría cada momento
como el último, sin preocupaciones, solo de alegría, dejando de lados los
asuntos del pasado? ¿Donando cada centavo como si no importara lo más mínimo?
Eran tantas preguntas que no podía
aclararse. Aceleró el paso sin motivo, quería correr, quería resolver sus
dudas. Ella, una chica que siempre iba al grano, cosa que consideraba una manera
de vivir, sumiéndose en un shock por semejantes preguntas sin respuesta. Si
bien sabía que no se resolverían así como así, pues lo que de verdad vale la
pena es el premio su esfuerzo. ¿Por qué se comía el coco de esa forma? También
estaba de acuerdo en que cada segundo cuenta, porque no había segundos
intentos, solo otros diferentes.
Una cosa estaba clara: vivir, porque no
existe una segunda vida, no igual que la anterior. Y sobre todo, nunca tomar
siempre el camino fácil, pues la recompensa esta en la superación.
Si hoy fuera su último día, ¿llamaría a
esas personas del pasado a las que dejó atrás? ¿Reviviría antiguos recuerdos
para disfrutarlos una última vez? ¿Perdonaría a sus enemigos? ¿Encontraría a
ese alguien con quién sueña cada día, cada noche, ese sin el cuál vivir se le
hace pesado? Y sobre todo, ¿podría jurar que se enamoraría? ¿O dejaría su marca
reparando un corazón roto?
Otro recuerdo le vino a la mente, otro
consejo.
“Nunca es demasiado tarde para mirar a
las estrellas sin importar quien fueras.” Nunca es demasiado tarde…
Hacer lo que tenga que hacer, era una
buena forma de vivir. Pero tampoco se puede retroceder algún momento en esta
vida, la decisión que tomes no se podrá rectificar. Aún así, que nada se
interpusiera en su camino, porque ella elegiría su propio destino. Porque el
tiempo nunca estará de tu lado, ese será tu mayor desafío, y a la vez tu
esperanza de vida.
Si hoy fuera su último día… De golpe,
empezó a encontrar las ansiadas respuestas. Lo más curioso era que ella misma
las había elegido sin darse cuenta.
Si hoy fuera su último día, dejaría sus
miedos atrás; daría el primer paso por mucho que costara; le diría adiós al
ayer para crear un hoy mejor, sin olvidar su valioso pasado; viviría cada
momento como el último, porque así podría ser, siempre con una gran
determinación sin temor; no donaría cada centavo como si no importara, porque
lo que no importa para uno es muy valioso para otro; seguiría con su estilo de
ir al grano, porque el tiempo es algo que no se puede desperdiciar; lucharía
siempre por su recompensa, pues es la que de verdad valía la pena; valoraría
cada segundo, cada intento, para no tener que repetir otro que no era igual;
viviría al máximo de su felicidad, ya que no existen segundas vidas; y sobre
todo, nunca tomaría un camino fácil con el cual sabía que no se superaría a si
misma.
También no dudaría en llamar a esos
amigos, conocidos, compañeros del pasado, reencontrarse con los que son y
fueron sus seres queridos, y agradecerlos todo lo que han hecho e hicieron.
Perdonaría a sus enemigos, ya que guardar rencor no ayudaría en nada, y si se
reconciliaran quizás ambos podrían llevar una vida más feliz ahora que tenían a
alguien más a su lado. Y no encontraría a ese alguien con quien soñaba, porque
ya lo tenía, y no era uno, eran montones, eran sus amigos, esa gente con quien
siempre podía contar para todo, con quien deseaba pasar el resto de su vida
contando con su inigualable apoyo. Y quizás al final del todo, sí se enamorara,
pero puede que fuese mejor quedarse como estaba, sin complicarse la vida,
dejando su amor a manos del destino, que le conduciría hasta su amado o no, esa
si sería su decisión. No le importaba dejar su marca reparando corazones rotos,
porque así podría aliviar el dolor de quienes sintiesen esa sensación de vació,
esa ausencia enorme en el alma. Y recordaría siempre esos momentos mirando a
las estrellas mientras pensaba que nunca es tarde, pues hasta en un último día,
todo es posible si de verdad uno se lo propone.
Haría lo que tuviera que hacer, siempre
bajo su elección, ya que nunca podría volver atrás, moldearía su propio futuro.
Aunque el tiempo siempre estuviera en su contra, ella seguiría hasta el final,
rendirse no estaba en sus metas, ni lo estaría jamás.
Si hoy fuera su último día, esos serían
sus pensamientos. Pero no, este no era el último, la vida seguía, y seguramente
por mucho tiempo, pero ahí estaba ella, con todo eso en la mente a pesar de que
aún le quedaba mucha vida. Al fin lo entendía, no tenía porque suceder el último
día, estaba en el presente, aún podía hacerlo. Todo eso no pensaba dejarlo para
el futuro, actuaría ahora mismo, seguiría su modo de vida a su dictadura,
porque así lo deseaba. Era hora de dejar de lamentarse por cualquier tontería,
salir ahí fuera y, simplemente, vivir. Su deseo, su único deseo, ser feliz.
Despertó de su especie de trance al notar
que le mandaron unos mensajes al móvil. Pero no una persona, dos, tres, cinco,
diez…todos los amigos y compañeros que tuvo a lo largo de su vida le habían mandado
un mensaje, todos a la vez y con el mismo texto, pero de diferentes personas.
“No temas, nosotros siempre estaremos
contigo. ¿Estas lista?”
Sí, sí que lo estaba, y más que
dispuesta. No sabía si este último hecho fue producto de su imaginación o no,
porque de golpe desaparecieron todos los mensajes, pero tuvo la sensación de
que se lo decían desde su corazón, de que esas palabras de ánimo eran reales.
Porque las despedidas existen, pero los vínculos son eternos. Y siempre lo
serán.
Ya era tarde, y por fin en mucho tiempo,
se iba a reunir con sus mejores amigos. Andy, Antonio, Laura, Ismael, Pedro,
Cristina, Sandra… Un montón de gente deseosa de verla, y ella a ellos.
Como se suele decir, la vida es un
hermoso regalo, así que no lo decidas todo cuando sea tu último día, decídelo
ahora, para que cuando de verdad sea el último día, puedas mirar al pasado y
sonreír con felicidad y sin arrepentimiento.
Esa es la esencia verdadera de la vida,
la alegría, la felicidad, el amor, y todas las sensaciones que nos agradan.
Aunque la tristeza, la soledad y los sentimientos oscuros existan, son solo
retos y adversidades que superar, hechos que nos dan conocimiento y nos hacen
madurar. Ahora es tu turno, el de decidir como vas a vivir. Se que elegirás el
mejor camino para ti, y no temas, porque si te equivocas, siempre habrá alguien
que te apoye en todo momento. Aunque si te ayuda, puedes imaginar que harías si
hoy fuera tu último día, y ahí hallaras la respuesta.