martes, 29 de enero de 2013

Querido pasado:


He crecido desde entonces.
Ya no soy aquella soñadora de las ilusiones que se perdía en tus deseos y aspiraba a bailar en Nueva York.
Dejé de usar zapatos al caminar, pues temí hacer daño a quien pisara. Y pensé que era una buena forma de dejar mi huella en asfalto, arena, tierra o césped. Un día, hasta colgué mis zapatos de un árbol...
Dejé de disfrazarme con trapos antiguos cuando el invierno se acercaba y conseguí desnudarme ante nieve, lluvia o niebla.
Aprendí a sustituir tus manos y tu voz por algo más mío, como recoger los pedazos de lo que fue mi vida, que quizás enterré en algún lugar de aquella ciudad, cerca de aquel río, bajo aquel puente. Y volví a por ellos, ¡vaya que si volví!
He crecido desde entonces y me he dado cuenta de que a pesar de haberme quitado los zapatos, desnudarme y continuar recogiendo pedazos de lo que fue mi vida, lo único que no consiguió arrebatarme, fueron mis ganas de reír.

PFlash Photography

martes, 22 de enero de 2013

2.39 horas.

- Si a lo que estás esperando es a triunfar, ¡comienza por levantarte de tu sofá de soñar!
- Pero...
-¡ Quita la mano de tu boca y deja de mirar continuamente para atrás!
-Pero y si...
-¡ Olvida lo que no hiciste y comienza a trabajar, sostener tu carga, sudar, hasta que no puedas más!
-¿ Y qué ocurre si caigo, choco y me quemo...?
- Levanta, disimula, sonríe con elegancia y continúa. Ahora cierra la boca y de paso, esa puerta.

viernes, 18 de enero de 2013

Punto y aparte.

Aquel día abrió sus ojos sobresaltada, no le quedaban más cuentos para soñar ni sueños para dormir.
Por aquel entonces ni siquiera dormir le parecía buena idea. Dejar pasar el tiempo, sobrevivir, no era señal de madurez.
Se le antojaba lejano no idear una nueva película cada noche (¡qué diablos, cada día!) en la que ella solía ser la protagonista. Ahí, ella nunca perdía.
Aquel día no le quedaban más sueños para dormir ni cuentos para soñar. Y eso es lo que ella era ese día, pero no lo que fue a partir de entonces...

PFlash Photography.

domingo, 6 de enero de 2013

Mi regalo de Navidad.



La prosperidad hace amistades, y la adversidad las prueba.
 
El tiempo era nublado y frío, lo que no impedía a muchos salir a hacer sus tareas y recados, sus citas y encuentros. No todos iban con felicidad y alegría por las calles, algunos simplemente reflexionaba sobre lo que es una forma de vivir, sobre como aprovechar el valioso y a la vez limitado tiempo.
 
Ella era uno de ellos. Paso a paso, sin prisa ni lugar de destino, caminaba escuchando su música, pero en realidad solo se sumía más y más en sus pensamientos. Incoherencias que la asaltaban, dudas sin resolver, cuestiones pasadas que no recordaba, parecía estar sumida en una laguna de recuerdos y sensaciones. Pero lo que más pensaba era en eso, en ese consejo que le dio su mejor amigo.
 
“Cada día es un regalo, y no un derecho otorgado.”
 
Una simple frase que le daba mucho que reflexionar.
 
“No dejes piedra sin remover, deja tus miedos atrás.”
 
Otro consejo de su mejor amiga que parecían concordar el uno con el otro. Su mente se lo decía: “Trata de tomar el camino menos transitado.” En eso podía estar de acuerdo, no necesitaba complejidades. Ahora que lo pensaba, quizás lo difícil no fuera continuar el camino, sino empezarlo. El primer paso siempre era el más largo y decisivo.
 
Y otra pregunta que no se había planteado hasta ahora: ¿Y si hoy fuera su último día? ¿Y si mañana fuera demasiado tarde? ¿Podría despedirse de todo tal y como era hasta ahora? ¿Viviría cada momento como el último, sin preocupaciones, solo de alegría, dejando de lados los asuntos del pasado? ¿Donando cada centavo como si no importara lo más mínimo?
 
Eran tantas preguntas que no podía aclararse. Aceleró el paso sin motivo, quería correr, quería resolver sus dudas. Ella, una chica que siempre iba al grano, cosa que consideraba una manera de vivir, sumiéndose en un shock por semejantes preguntas sin respuesta. Si bien sabía que no se resolverían así como así, pues lo que de verdad vale la pena es el premio su esfuerzo. ¿Por qué se comía el coco de esa forma? También estaba de acuerdo en que cada segundo cuenta, porque no había segundos intentos, solo otros diferentes.
 
Una cosa estaba clara: vivir, porque no existe una segunda vida, no igual que la anterior. Y sobre todo, nunca tomar siempre el camino fácil, pues la recompensa esta en la superación.
 
Si hoy fuera su último día, ¿llamaría a esas personas del pasado a las que dejó atrás? ¿Reviviría antiguos recuerdos para disfrutarlos una última vez? ¿Perdonaría a sus enemigos? ¿Encontraría a ese alguien con quién sueña cada día, cada noche, ese sin el cuál vivir se le hace pesado? Y sobre todo, ¿podría jurar que se enamoraría? ¿O dejaría su marca reparando un corazón roto?
 
Otro recuerdo le vino a la mente, otro consejo.
 
“Nunca es demasiado tarde para mirar a las estrellas sin importar quien fueras.” Nunca es demasiado tarde…
 
Hacer lo que tenga que hacer, era una buena forma de vivir. Pero tampoco se puede retroceder algún momento en esta vida, la decisión que tomes no se podrá rectificar. Aún así, que nada se interpusiera en su camino, porque ella elegiría su propio destino. Porque el tiempo nunca estará de tu lado, ese será tu mayor desafío, y a la vez tu esperanza de vida.
 
Si hoy fuera su último día… De golpe, empezó a encontrar las ansiadas respuestas. Lo más curioso era que ella misma las había elegido sin darse cuenta.
 
Si hoy fuera su último día, dejaría sus miedos atrás; daría el primer paso por mucho que costara; le diría adiós al ayer para crear un hoy mejor, sin olvidar su valioso pasado; viviría cada momento como el último, porque así podría ser, siempre con una gran determinación sin temor; no donaría cada centavo como si no importara, porque lo que no importa para uno es muy valioso para otro; seguiría con su estilo de ir al grano, porque el tiempo es algo que no se puede desperdiciar; lucharía siempre por su recompensa, pues es la que de verdad valía la pena; valoraría cada segundo, cada intento, para no tener que repetir otro que no era igual; viviría al máximo de su felicidad, ya que no existen segundas vidas; y sobre todo, nunca tomaría un camino fácil con el cual sabía que no se superaría a si misma.
También no dudaría en llamar a esos amigos, conocidos, compañeros del pasado, reencontrarse con los que son y fueron sus seres queridos, y agradecerlos todo lo que han hecho e hicieron. Perdonaría a sus enemigos, ya que guardar rencor no ayudaría en nada, y si se reconciliaran quizás ambos podrían llevar una vida más feliz ahora que tenían a alguien más a su lado. Y no encontraría a ese alguien con quien soñaba, porque ya lo tenía, y no era uno, eran montones, eran sus amigos, esa gente con quien siempre podía contar para todo, con quien deseaba pasar el resto de su vida contando con su inigualable apoyo. Y quizás al final del todo, sí se enamorara, pero puede que fuese mejor quedarse como estaba, sin complicarse la vida, dejando su amor a manos del destino, que le conduciría hasta su amado o no, esa si sería su decisión. No le importaba dejar su marca reparando corazones rotos, porque así podría aliviar el dolor de quienes sintiesen esa sensación de vació, esa ausencia enorme en el alma. Y recordaría siempre esos momentos mirando a las estrellas mientras pensaba que nunca es tarde, pues hasta en un último día, todo es posible si de verdad uno se lo propone.
 
Haría lo que tuviera que hacer, siempre bajo su elección, ya que nunca podría volver atrás, moldearía su propio futuro. Aunque el tiempo siempre estuviera en su contra, ella seguiría hasta el final, rendirse no estaba en sus metas, ni lo estaría jamás.
 
Si hoy fuera su último día, esos serían sus pensamientos. Pero no, este no era el último, la vida seguía, y seguramente por mucho tiempo, pero ahí estaba ella, con todo eso en la mente a pesar de que aún le quedaba mucha vida. Al fin lo entendía, no tenía porque suceder el último día, estaba en el presente, aún podía hacerlo. Todo eso no pensaba dejarlo para el futuro, actuaría ahora mismo, seguiría su modo de vida a su dictadura, porque así lo deseaba. Era hora de dejar de lamentarse por cualquier tontería, salir ahí fuera y, simplemente, vivir. Su deseo, su único deseo, ser feliz.
 
Despertó de su especie de trance al notar que le mandaron unos mensajes al móvil. Pero no una persona, dos, tres, cinco, diez…todos los amigos y compañeros que tuvo a lo largo de su vida le habían mandado un mensaje, todos a la vez y con el mismo texto, pero de diferentes personas.
 
“No temas, nosotros siempre estaremos contigo. ¿Estas lista?”
 
Sí, sí que lo estaba, y más que dispuesta. No sabía si este último hecho fue producto de su imaginación o no, porque de golpe desaparecieron todos los mensajes, pero tuvo la sensación de que se lo decían desde su corazón, de que esas palabras de ánimo eran reales. Porque las despedidas existen, pero los vínculos son eternos. Y siempre lo serán.
 
Ya era tarde, y por fin en mucho tiempo, se iba a reunir con sus mejores amigos. Andy, Antonio, Laura, Ismael, Pedro, Cristina, Sandra… Un montón de gente deseosa de verla, y ella a ellos.
 
Como se suele decir, la vida es un hermoso regalo, así que no lo decidas todo cuando sea tu último día, decídelo ahora, para que cuando de verdad sea el último día, puedas mirar al pasado y sonreír con felicidad y sin arrepentimiento.
 
Esa es la esencia verdadera de la vida, la alegría, la felicidad, el amor, y todas las sensaciones que nos agradan. Aunque la tristeza, la soledad y los sentimientos oscuros existan, son solo retos y adversidades que superar, hechos que nos dan conocimiento y nos hacen madurar. Ahora es tu turno, el de decidir como vas a vivir. Se que elegirás el mejor camino para ti, y no temas, porque si te equivocas, siempre habrá alguien que te apoye en todo momento. Aunque si te ayuda, puedes imaginar que harías si hoy fuera tu último día, y ahí hallaras la respuesta.